Humildad y valentía
Ph.D. Profesor titular Cátedra de Capital Humano Embotelladora Andina ESE-Universidad de Los Andes
- T+
- T-
Rafael Mies
Frente al difícil momento que atraviesa la centroderecha chilena, me viene a la memoria una distinción que hizo un profesor de filosofía política hace un par de años. Él diferenciaba los conceptos de cinismo e hipocresía. Cínicos son aquellos que haciendo algo incorrecto lo exponen como un bien, e hipócritas aquellos que condenan el mal y proponen el bien pero en su vida personal no lo practican.
Concluía que gran parte de la izquierda más ideológica chilena es en muchos de sus presupuestos bastante cínica. Solo decir que presentar el aborto como un bien y un derecho, cuestionar las libertades individuales para asociarse o no, no condenar las violaciones de los derechos humanos cuando ellas provienen de representantes de su ideología o simplemente comparar el estado de sitio en que se encuentra parte de la región de la Araucanía con los “portonazos” santiaguinos es, cínico al menos, desde muchos puntos de vista.
Lamentablemente frente a este cinismo la defensa de los principios de la centroderecha, en los que además se funda nuestro actual estado de derecho, ha sido avalado por una clase política que ha predicado una serie de valores y principios que hoy, ha quedado al descubierto no era precisamente lo que muchos de sus defensores practicaban.
Para el filósofo el cinismo tiene escaso o casi nulo remedio ya que es tal la confusión valórica que un cambio en su mirada solo podría provenir de algún evento vivencial de gran magnitud que lo hiciera recapacitar en sus postulados.
La hipocresía por el contrario sí tiene cura, pero desgraciadamente este camino es muy doloroso y normalmente tiene como antesala el ser descubierto en su doble estándar.
El hipócrita al ser desenmascarado tiene dos caminos, reconocer humildemente su condición precaria y como decía Schumpeter acepar que somos de barro destinados al polvo o, no reconocer su error y transformarse en un cínico.
En mi opinión la única manera como parte importante de la centroderecha pueda volver a ejercer un liderazgo valioso pasa hoy por reconocer su hipocresía en muchas materias, pedir disculpas y aceptar responsablemente las penas asociadas a sus faltas. Desde ahí seguir defendiendo sus principios con la humildad del que se sabe frágil y vulnerable, pero con la valentía para no renunciar a una serie de bienes que es su misión y propósito defender.
Es cierto que el cínico es capaz de aprovechar la vulnerabilidad del caído, a pesar de tener exactamente los mismos fallos de aquel que juzga. (la naturaleza humana imperfecta lo es para todos sin distinción política). Sin embargo, es precisamente la valentía de proponer un ideal moral a pesar de las propias debilidades la que hace legítimo este discurso.
En definitiva, la centroderecha no puede ni debe, por el bien del país, renunciar a su esencial rol de oposición y defensa de su ideario moral político y social y caer en la trampa de ser anulada en sus principios por las faltas morales de sus militantes. Eso sería aún más imperdonable que las faltas que pueda haber cometido.